De la sumisión a la rebelión



De la sumisión a la rebelión

Para los que desde hace años estamos tratando de construir una sociedad más justa, de progreso y de democracia popular, la sumisión o apatía de las masas ante las luchas liberadoras o libertarias nos dejan en asombro o descontento, sobretodo cuando las masas no están lo suficientemente claras de su potencial o capacidad de lograr los cambios necesarios.

Sin embargo, esto no es por casualidad. No es por una decisión tomada libremente por las masas. El control y el adocenamiento de la sociedad moderna por aquellos que controlan los medios de producción y los medios de poder, que responde a sus intereses de clases (militar, bancos, religiosos, comunicacional) ha estado moldeando el pensamiento y por lo tanto el accionar de las masas sobre su miserable realidad.

Inculcarle a las masas que ellos no pueden ni deben definir su propia existencia, y mucho menos regentar la sociedad donde viven, es un daño que ha detenido o retrasado los procesos revolucionarios progresistas y libertarios de los pueblos del mundo. Al menos circunstancialmente.

El miedo al qué dirán, a quedar sin trabajo, al señalamiento de los familiares, a la represión del Estado. Este miedo de la sociedad moderna que está todos los días en su pensamiento, es más poderoso que el látigo que destruyó a África en las décadas de la esclavitud; que las hogueras de los 500 años de la Santa Inquisición, y más fuerte que los fusiles y los tanques en la calle.

Esta sumisión, que se pudiera llamar sumisión programada en las masas, no es nueva. Desde que los humanos nos empezamos a relacionar con nuestro medio ambiente y pudimos modificar nuestra forma de vida gracias a la colectivización de las primeras sociedades primitivas, que permitió el intercambio de conocimientos y de experiencias, y de la transformación de las materias primas para el consumo y el bienestar de la humanidad, de esa misma sociedad embrional salieron sus opresores o verdugos (Medio brujo, Sumo sacerdote, Rey, Emperador, Monarca, Caudillo) que supuestamente eran los más capaces e idóneos para dirigir las vidas del resto, o eran los enviados por los dioses para gobernar sobre la humanidad.

Esos conceptos no han cambiado mucho. Cambian los actores, el lugar y los discursos. Pero en el fondo es lo mismo. Mantener al pueblo o las masas sumisas es una tarea de todos los días para los que están en el poder. Su posición social no puede ni debe cambiar. Se mimetizan o se adaptan como lo hicieron las viejas monarquías cuando pasaron del feudalismo al capitalismo primitivo para no perder sus beneficios. Ahora, adoran a los nuevos dioses para seguir con los regalos y privilegios que les da una religión.

La sumisión programada en las masas es por varias vías o métodos. Hay tradicionales o modernos, pero todos repiten lo mismo. El levantamiento o posible rebelión de las masas que pudiera desembocar en un proceso de liberación de las masas para después conducir a una revolución y seguir avanzado hacia el socialismo y terminar en el comunismo, es algo que el imperialismo o la gran burguesía no va permitir. Satanizar las formas de lucha, la criminalización de la protesta, hacerle creer al pueblo que el cambio se da con elecciones impuestas y dirigidas por los opresores o verdugos, o que del cielo viene la salvación, que los supuestos líderes del pueblo le darán la salida, que aquí ya no hay nada que hacer; todo esto convierte a las masas en dóciles y sumisas.

El mantener a los pueblos en la más profunda ignorancia también es parte de ese control que los opresores y verdugos tienen sobre los pueblos del mundo. La lucha de clases no empezó hace 100 o 500 años, la lucha de clases tiene el tiempo que tiene la humanidad entre los que quieren seguir heredando las riquezas obtenidas por la fuerza (esclavitud, explotación, guerras, conquistas) y quienes no queremos seguir siendo esclavos de esos opresores y verdugos.

Es vital para los opresores y verdugos que las historias de las luchas y victorias obtenidas por los pueblos del mundo en contra de la opresión y sus colaboracionistas no sean conocidas por las masas. La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, de las grandes luchas por el cambio, el progreso y la libertad, y son borradas o minimizadas por los centros de poder. Si una revolución es derrocada por las armas se busca que los vencidos sean olvidados o satanizados, y si la revolución es traicionada por los revisionistas o los reformistas, señalan que esa es la única salida o final de toda revolución.

En el mundo hay cientos de ejemplos pero como en Venezuela -vivo esta realidad y en el mundo hoy toman como referencia a Venezuela o como un ejemplo, sobre eso voy a referirme- se dice y se asegura hay una revolución socialista y hasta comunista, tanto por los que son del régimen chavista y ahora de maduro, como por una parte de la llamada oposición. Pues en Venezuela no hay ni hubo socialismo y mucho menos comunismo. Hay es una profundización de la crisis que se viene arrastrándo desde los años 70. En Venezuela solo se ha favorecido a las clases pudientes y no ha habido una distribución de los bienes económicos o de producción, todo lo contrario, se han creado nuevos monopolios y nuevos ricos con los bienes del Estado y la boliburgesia. Venezuela no inventa, no diseña, no fábrica, no produce ni siembra para el consuno de la población. Venezuela es un simple exportador de materia prima para que los países industrializados la procesen o transformen y fabrique los bienes de consumo. Esto no tiene nada que ver con el socialismo, todo lo contrario, es una política neoliberal implementada por el imperialismo y la gran burguesía financiera, que destruye el aparato productivo de Venezuela y acaba con el pequeño y medio productor o empresario, que no es enemigo del socialismo ni del comunismo.

Ahora, cómo se mantienes esto. Se mantiene con el apoyo político y económico del imperialismo y la gran burguesía y sus colaboracionistas y revisionistas que están en el régimen y también están en algunos sectores importantes de la oposición en Venezuela. El mantener a las masas en la sumisión o la tranquilidad mientras se mueren de hambre y de enfermedades; mientras una parte importante de técnicos o especialistas se van del país en una especié de diáspora, perdiendo así significativos conocimientos para la posible reconstrucción y la reactivación del país, y hundiendo a la clase obrera en la mendicidad. Todo esto no es casual.

Venezuela tiene los recursos naturales más importantes para el desarrollo de toda Suramérica y el destruir esa capacidad es vital para el imperialismo y con este régimen, esa política se está implementado. Mantener a las masas en la sumisión es vital para los operadores de esa política en Venezuela, porque una rebelión no solo acabaría con el régimen revisionista si no que también acabaría con la oposición colaboracionista. Eso no es bueno para los centros de poder ya que es posible que se levante una vanguardia que pueda construir una verdadera revolución popular.

El pueblo venezolano ha tenido en los últimos tiempos tres oportunidades de rebeldía o rebelión que fueron truncadas o minimizadas por el gran capital y sus interesen en Venezuela; una, cuando Chávez gana la Presidencia en el año de 1998. Irrumpe en la política nacional como el salvador y protector el pueblo Venezuela. Apoyado por los grandes intereses económicos militares y religiosos. Ese triunfó atrasó los cambios y desmontó la rebelión que el pueblo había levantado tiempo atrás. Las masas dejaron sus luchas a un lado para que el Gobierno hiciera y deshiciera, dando paso así a otra nueva casta de burócratas corruptos y delincuentes en el Gobierno. La otra fue el 11 de abril de 2002, en donde el pueblo asume la rebelión y enfrenta al régimen y lo derroca, pero no asume el control del Gobierno, dejando a unos supuestos dirigentes esa responsabilidad. Nuevamente los intereses capitalistas traicionan y truncan las luchas por el cambió y el progreso que el pueblo venezolano hizo. Y la más resiente fue en 2014 cuando el pueblo nuevamente asume la rebelión en la calle pero es traicionado por sus supuestos representantes en una mesa de diálogo y en unas elecciones que le iban a dar cambio y mejoras. Pues nada de eso pasó. Nuevamente el pueblo fue neutralizado o apaciguado por sus supuestos líderes.

¿El pueblo o las masas de Venezuela tienen la capacidad de luchar. Pero no tienen la capacidad de tomar el poder? Y ¿la vanguardia donde está?

La sumisión programada en las masas ha hecho efecto sobre ellas y sobre la vanguardia para que todavía estemos sumergidos en uno de los peores momentos de la vida de la República. Los medios mantienen a las masas con una dosis diaria de felicidad y normalidad continuada. El régimen gruñe y amenaza cual malandro en una esquina. Y la oposición colaboracionista y oportunista mirando desde lejos a ver quién enfrenta al régimen para después tildarlo de brollero, divisionista o violento, avalando con eso el discurso del régimen.

En ese dilema mantienen al pueblo venezolano que espera un cambio que con los actuales lideres o gobernaste no tendrá. Es entonces necesario y urgente que el pueblo retome las riendas del cambio progreso y revolución que en el pasado tuvieron. Pero esta vez el pueblo o las masas no deben dejar en manos de otros la dirección y el poder alcanzado por las luchas realizadas, porque será nuevamente engañados por los mismos de siempre.

La vanguardia tiene como tarea principal estar al lado de las luchas del pueblo para poder incidir en su desarrollo y desenvolvimiento y abrir la esperanza en las luchas. Que el pueblo vuelva a tener fe en su capacidad de lograr el cambio y la reconstrucción. Que el pueblo se levante con organización, objetivos y fuerza en contra de la pudrición, la mentira y el miedo que lo someten. La vanguardia debe difundir los triunfos y victorias y logros alcanzados por los pueblos que se rebelaron en contra del orden establecido. Usando los implementos que se tengan, no desmallar ante esas tareas para hacer posible que la rebelión triunfe y no sea traicionada.

Los pueblos del mundo y en especial en Venezuela, han dado muestras de capacidad de lucha en diferentes momentos de la vida y en circunstancias adversas. Ese sentimiento está allí minimizado o sometido por los centros de poder tradicionales. Pero igual se puede levantar.

Que los pueblos del mundo sean liberados de sus cadenas para construir un mundo de justicia social, de progreso y bienestar colectivo. Que el anhelo del pueblo por la libertad, el progreso y el bienestar se haga realidad. Que la fuerza del pueblo lleve al triunfo de la revolución.

 

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